domingo, 26 de mayo de 2013

73 años después.

Foto cortesía: María Laura Brenes
Hoy me levanté con una tristeza en el corazón, con la intriga de las jugadas de expulsión (que se dieron y que no se dieron) y al mismo tiempo agradecida con un grupo de jugadores, aficionados y aficionadas que son el reflejo de una paciencia, un amor y una esperanza que tienen ya 73 años acumulados. Me levanté a las 10:30 a.m después de haber estado en el Estadio, de haber gritado, brincado y básicamente dejando todo mi físico en esas gradas, rodeada de una afición que se escuchó e hizo sentir aún cuando era chiflada bombardeada por rollos de papel o luces de bengala (de esas rojas que algún aficionado siempre logra introducir y que espero no hayan herido gravemente a las personas que se vieron afectadas), me levanté y salí corriendo para la Basílica (a pesar de no ser para nada la persona más religiosa) para darle un último grito de aliento a esos guerreros que ayer lucharon hasta el final para darnos el ansiado título.




Simplemente tenía que ir... era instintivo, natural... ¿como no estar con mi equipo?



"Cartago huele a muerto, Cartago huele a muerto" nos cantaban... "Sueñen, sueñen cartagos" no podía faltar... Pero ahí estábamos de pie, demostrando porqué somos la afición más fiel, la mejor. Pobres jugadores de Heredia que si no era porque metían un gol o le pedían encarecidamente a su afición que los apoyara, tenían que resignarse con los parlantes del estadio ya que su afición tuvo picos altos y bajos en su apoyo (tal vez por nervios, tal vez porque no lo veían necesario para ganar y sin quitar mérito a la fiesta que por ratos montaban). Mientras tanto, con jugador de menos y el marcador completamente en contra, nosotros/as sabíamos que teníamos que alentar hasta el cansancio para que se diera alguna especie de milagro... Con el 3º gol de Heredia, la frustración nos estaba ganando la partida, pero en el segundo tiempo extra poco a poco se escuchaban nuestras voces... con nuestro gol... el silencio en el estadio fue tomado por un coro azul que todavía se atrevía a soñar y que se adueñaba del Rosabal.


Ayer derramé tres veces las lágrimas, esas cosas que quienes no sienten la pasión por este deporte no comprenderán (¡la suerte que tienen!); la primera mientras aplaudía a mis jugadores en el estadio y luego abandonaba en silencio la ciudad de Heredia... fue duro, durísimo... Nunca estuve confiada del título, estaba nerviosa e ilusionada... pero nunca antes había estado tan cerca el equipo desde que yo tengo memoria... Esas fueron lágrimas de tristeza y desazón.

Luego se me salieron las lágrimas cuando llegué a Ochomogo y vi a tanta gente con banderas, cantando y pitando... estaban esperando al equipo para recibirlo y agradecerle tantas alegrías. Mientras tanto, la Plaza Mayor se llenaba de más y más personas que querían celebrar a un pueblo que vivió cosas increíbles este último mes y a un equipo que nos permitió sentir cosas que al menos yo nunca antes había sentido.

Por más que quise esperar al equipo hasta que llegara no lo logré y me duele no haberlo hecho, pero sabía que muchas otras personas estaban ahí haciéndole sentir a los muchachos el cariño que se habían ganado y que a pesar de que la faena no se pudo estábamos orgullosas y orgullosos de ellos.

Pero por ese motivo, hoy cuando me levanté a las 10:30 a.m sabía que aún sin bañar y con la camisa del día anterior tenía que salir corriendo una vez más, a decirle al equipo que desde niña y hasta que me toque dejar este mundo les iba a dar desde las gradas todo... todo y más. Esa fue la tercera vez que lloré, viendo a la gente reunida en las afueras de la Basílica; niños y niñas, jóvenes y otros que por décadas han visto a este equipo luchar contra cualquier tipo de adversidades. El nudo en la garganta era incontenible, mientras se aplaudía el nombre de Delgado y nuestro capitán y mientras Paolo, Wardy, Danny y Chan bajaban con la "virgencita" rumbo a la Basílica; para que todo terminara con cantos de ¡Vive vive! y la Banda El Imperio.

Y así, entre resúmenes deportivos y mensajes inspiradores o basureadores en las redes sociales me senté a redactar esto.

¡Es que simplemente es demasiado en el pecho!

Mucho se dijo sobre las distintas celebraciones... Lo dije antes ¿Triunfalismo? ¡Para nada! Era un pueblo celebrando hasta donde había llegado, era un pueblo con ilusión, eran mis amistades del colegio, con quienes en tantas ocasiones me había tocado sufrir, con alegría hablando del "imaginate que pasaría si...", era mi papá emocionado mandando a hacer banderas y distintos artículos que hablaban sobre esta gran afición. Que eso haya picado a los heredianos es cosa de ellos, esta celebración era más íntima y no tenía intenciones de llegar a perturbar al equipo florense.

Y ahora que perdimos y recibimos al equipo como los recibimos ¿qué somos? ¿Conformistas, he leído en redes sociales, engañados o pobres diablos?  No entiendo porqué no nos dejan en paz con nuestro duelo y nuestro fervor... así como espero de nuestra afición que no caiga tampoco en estos juegos de palabra que tanto daño le hacen a este deporte. Yo no lo llamo conformismo es agradecimiento... estas emociones me recuerdan el Mundial Alemania 2006 y la reacción de la afición a pesar de que el equipo se quedó en semifinales (un fenómeno que agradezco haber podido vivir)... En ambas la afición reconoce el esfuerzo del equipo y las emociones son demasiado grandes para ponerlas en palabras. 

Con gusto le prestamos esa ilusión a quienes nos apoyaron, a quienes durante la semana me decían felicidades como si estuviera a punto de casarme o si me hubieran ascendido, a quienes sin importar el equipo todavía hoy se acuerdan de mi y de la afición cartaginesa. ¿No es eso bello? ¿No es eso el fútbol? No las campañas publicitarias, no los patrocinadores y mucho menos la farándula, arrogancia o poca tolerancia de algunos jugadores. ¡Gracias a esas personas que nos adoptaron y por un momento fueron "blanquiazules"!

Yo todavía espero ver a mi equipo alzar la copa, lo apoyaré y acompañaré, nadie me quitará esa ilusión, toda la noche, la madrugada y todavía el día de hoy seguimos con las banderas en la mano, cantando "azul azul" y con la ilusión de algún día poder vernos ganar un campeonato... a los Red Sox le tomó 86 años... a nosotros/as nos tomará mucho menos.

¡Gracias equipo! ¡Gracias Cartago! ¡Gracias fútbol! ¡Gracias vida por por permitirme vivir este momento tan emotivo, tan fuerte y tan profundo como el de este último mes!


"Porque a veces el fútbol es una alegría que duele, y la música que celebra alguna victoria de esas que hacen bailar a los muertos, suena muy cerca del clamoroso silencio del estadio vacío, donde ha caído la noche y algún vencido sigue sentado, solo, incapaz de moverse, en medio de las inmensas gradas sin nadie." Eduardo Galeano

Desde 1906 y hasta el final de los días... ¡Cartaguito Campeón!

Foto cortesía: Francisco Rodríguez